Te contamos los motivos de la muerte del DVD como formato

A finales de los años noventa, concretamente en 1996, un nuevo formato de reproducción videográfica de carácter doméstico entraba al mercado: El DVD. En un primer momento, tanto su soporte reproductivo como las prestaciones que incorporaba hacían presagiar un largo reinado por parte de este sistema. Suponía un progreso en calidad de imagen y sonido con respecto al VHS y las grandes marcan mostraban su apoyo a esta novedosa tecnología. Sin embargo, ¿Qué hechos o acontecimientos estuvieron detrás de la muerte del DVD?

 

Durante los últimos años de los 90’s y el primer lustro de los 2000’s, este formato era la estrella en cuanto a distribución y reproducción de material audiovisual se refiere. Las ventas se calculaban por millones y supuso la caída del VHS como sistema reinante. Incluso algunas marcas líderes en productos tecnológicos de consumo integraron al DVD dentro de sus más preciados lanzamientos como Sony y su PlayStation 2 que integraba este formato en modo de reproducción. No obstante, a partir de la segunda mitad de la década pasada, comenzó a vislumbrarse lo que a la postre significaría la muerte del DVD.

Todo va muy deprisa

Cierto es que este formato no gozó de un periodo de vigencia tan prolongado como el de las cintas de vídeo. También es verdad que la piratería golpeó muy duro en sus tiempos de esplendor. Sin embargo, hay que reconocer que durante su recorrido sin apenas margen surgieron pronto otras tecnologías mejoradas como el Blu-ray.

Netflix y la estocada final

El gran apoyo que en un primer momento las grandes corporaciones y la industria del cine otorgaron al DVD duró poco. Tanto los sistemas superiores que salían al mercado como el incipiente (en aquella época) mercado del vídeo bajo demanda acabaron por confirmar la muerte del DVD. Sus ventas pasaron a ser prácticamente marginales en los países desarrollados para convertirse actualmente en un negocio muy minoritario.

 

Estos precedentes sentaron las bases de la muerte del DVD tal y como fue concebido. A partir de ahí se confirmó como un medio de reproducción obsoleto incapaz de contener los productos de gran definición que el mercado proponía y ni siquiera su posesión pasó a ser valorada como objeto de coleccionismo. Fue bonito mientras duró, pero duró poco. Hay quien ya asegura que es uno de símbolos de una generación que acaba de cumplir la mayoría de edad. Lo que está claro, es que también son víctima del avance incesante de la tecnología de consumo. Un recuerdo más en peligro de extinción.